Jesús alimenta a muchos
ALGO terrible ha pasado. Se acaba de dar muerte a Juan el Bautizante. Herodías, la esposa del rey, le tenía odio. Y logró que el rey mandara cortarle la cabeza.
Cuando Jesús oye acerca de esto, se pone triste. Se va a un lugar desierto solo. Pero la gente lo sigue. Cuando Jesús ve a las muchedumbres, les tiene lástima. Por eso, les habla acerca del reino de Dios, y sana a sus enfermos.
Aquella noche sus discípulos vienen a él y dicen: ‘Ya es tarde, y éste es un lugar solitario. Despide a la gente para que puedan comprar alimento en las aldeas cercanas.’
‘Ellos no tienen que irse,’ dice Jesús. ‘Ustedes denles algo de comer.’ Volviéndose a Felipe, Jesús pregunta: ‘¿Dónde podemos comprar suficiente alimento para toda esta gente?’
‘Va a costar muchísimo dinero comprar suficiente para que todos puedan tener un poquitito,’ contesta Felipe. Andrés habla: ‘Este muchacho, que lleva nuestro alimento, tiene cinco panes y dos pescados. Nunca bastaría para toda esta gente.’
‘Díganle a la gente que se siente sobre la hierba,’ dice Jesús. Entonces da gracias a Dios por el alimento, y empieza a partirlo en pedazos. Los discípulos pasan el pan y el pescado a toda la gente. Hay 5.000 hombres, y otros miles de mujeres y niños. Todos comen hasta que están llenos. ¡Y cuando los discípulos recogen las sobras, hay 12 canastas llenas!
Jesús ahora hace que sus discípulos entren en un bote para cruzar el mar de Galilea. Durante la noche se presenta una gran tormenta, y las olas mueven el bote a un lado y al otro. Los discípulos tienen mucho miedo. Entonces, en medio de la noche, ven a alguien cruzando a pie hacia ellos por el agua. Gritan de miedo, porque no saben lo que están viendo.
‘No teman,’ dice Jesús. ‘¡Soy yo!’ Todavía no lo pueden creer. Así que Pedro dice: ‘Si eres tú, Señor, dime que cruce el agua hacia ti.’ Jesús contesta: ‘¡Ven!’ ¡Y Pedro sale y anda sobre el agua! Entonces le da miedo y empieza a hundirse, pero Jesús lo salva.
Más tarde, Jesús de nuevo alimenta a miles de personas. Esta vez lo hace con siete panes y unos cuantos pescaditos. Y otra vez hay suficiente para todos. ¡Qué bueno es ver como Jesús atiende a la gente! ¡Bajo su reino, no tendremos que preocuparnos por nada!
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